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AYUNTAMIENTO DE SAN ESTEBAN DE NOGALES

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

San Esteban de Nogales se ubica a orillas del río Eria, en la comarca de la Valdería, lindando ya con la  provincia de Zamora. Es conocido por poseer las ruinas de uno de los monasterios más importantes de la orden del Císter en el noroeste español, aunque hoy se encuentra en un pésimo estado de abandono.

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Se trata de otro pueblo de referencia en lo que a la tradición se refiere, de la provincia de León debido

entre otros muchos aspectos a su particular romería de San Jorge, que goza de la merecida declaración de Interés Turístico Provincial, aunque aún mantiene interesantes tradiciones durante otras fechas como la Semana Santa, etc.

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Debido al gran interés etnográfico de la fiesta, conviene hacer una pequeña mención a sus aspectos más destacados.

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La ermita de San Jorge se encuentra cercana al pueblo, en una ladera de un pequeño monte, al otro lado del río Eria. Sobre ella cuentan una leyenda,  que relata como la imagen del santo y la ermita existían desde antes de que llegaran los monjes al convento; estos, al llegar, lo llevaban para su nuevo edificio, pero San Jorge de nuevo se escapaba para el monte, lo que ha dejado una copla popular que dice: "¿San Jorge, donde dormiste, que tan pronto amaneciste? -Dormí entre las jaras y me despertaron las cabras".

 

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Lo cierto es que para poder llegar con la procesión a la ermita el día de la fiesta (23 de abril) es necesario cruzar el río Eria, para lo que los vecinos del pueblo se reúnen en hacendera unos ocho días antes, y construyen un puente natural con troncos, ramas y céspedes, como dicen en San Esteban "sin necesidad de arquitectos ni ingenieros". Cada año acaba llevándolo las crecidas del río durante los meses de invierno.

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Lo más afamado de la celebración son los danzantes, antigua tradición que cuenta con gran arraigo entre los jóvenes del pueblo. Los danzantes, con uno de los trajes más llamativos de todos los que aún existen en la provincia de León, han experimentado algún cambio: de ser solo ocho mozos varones nombrados por cada concejal, en la actualidad han pasado a participar también mujeres y se han llegado a formar dos grupos de ocho. A los ocho se le suman los dulzaineros, más "el que hace corro". Era costumbre que estos ensayasen en las ruinas del convento, para así no ser descubiertos por los vecinos del pueblo, pues la danza se trataba de una agradable sorpresa. El mismo día de la fiesta iban a buscar, junto con los dos dulzaineros a los alcaldes y concejales, casa por casa. Tras las venias a las "insignias" (la Cruz, la Reliquia y la Virgen del Rosario) a la salida de la iglesia, se inicia la procesión. En el camino la dulzaina toca una pieza conocida como "la bailina", excepto en dos paradas que realizan y en las que bailan un lazo. Otros lazos se realizan por la tarde en la plaza del pueblo. Una costumbre ya perdida relacionada con la danza tenía lugar al día siguiente de la fiesta, cuando los danzantes salían por el pueblo pidiendo y cada familia aportaba lo que podía, huevos, habas, chorizo o dinero. Con todo ello realizaban una merienda. Por otra parte, en el pueblo había dos grupos de dulzaineros, los "Pataritas", que aún siguen con la tradición y "los Vasallos". 

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En la fiesta se mantienen otros ritos de gran antigüedad como el de dar las vueltas a la ermita, nueve en total, entre vísperas y fiesta; las venias con el Cristo tras pasar el puente, las mozas de la Virgen, el pendón, etc.

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La tradición de ofrecer el ramo a San Jorge, actualmente está perdida. La estructura era un armazón triangular decorado con un pañuelo del ramo o merino, al que se le añadían las típicas roscas de San Jorge, que realizaban las mujeres en la víspera de la fiesta en los hornos que existían en las casas, también se colocaban velas en la parte superior y unas flores naturales coronándolo.

El ramo lo cantaban las mozas (en los últimos años también las casadas) en la ermita, por la tarde, cuando tenía lugar el rosario tras el cual se devuelven las imágenes de nuevo en procesión al pueblo. En la procesión lo llevaba un mozo. 

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La letra ramo ensalza al santo patrono, además de contar su historia, sirvan de ejemplo estas estrofas:

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"Una bella princesita,

hija de un rey pagano

salió a coger flores

por el campo del palacio.

El dragón que vigilaba

al verla desamparada

a ella se dirigió

con ansias de devorarla.

Apareciendo allí San Jorge

montado en blanco caballo,

le dijo a la princesa:

-No temas no tengas miedo,

yo mataré a ese dragón

con la fuerza de mi brazo".

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"En donde esta humilde ermita

un cabrero apareció

desde entonces le cantamos

con alegría y amor".

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"Muy glorioso San Jorge

entre encinas y jarales

de San Esteban venimos

devotos a visitarte".

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Al tratarse de una romería primaveral, cuando hace más falta el agua para poder obtener una buen fruto en el posterior verano, de nuevo se le pide por la abundancia de cosechas:

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"Venimos a pedirte,

a nuestro pueblo protejas

lo libres de enfermedades

y haya buenas cosechas."

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Informantes: Isaac Alonso, Francisco Martínez Calzón y María Martínez Calzón. 

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Interior de la ermita tras la misa de la fiesta, en primer término se pueden ver las imágenes

de la Virgen del Rosario y la Reliquia de San Jorge. Tras ellos los vecinos encienden numerosas velas. Fotografía: Jose Luis de las Heras Alija.

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La procesión cruza el puente vegetal para poder llegar a la ermita, mientras San Jorge es llevado por los hombres, la Virgen no la pasan las mozas, sino los mozos del pendón.

 Fotografía: Jose Luis de las Heras Alija

La procesión, con los danzantes al frente, va recorriendo las calles del pueblo en busca de la ermita.

Fotografía: Jose Luis de las Heras Alija.

Momento de las venias con el Crucificado que se guarda en la ermita, tras cruzar el puente.

Fotografía: Jose Luis de las Heras.

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Imágenes del ramo, en la procesión y cruzando el puente sobre el Eria.

Fotografías cedidas amablemente por María Martínez e Isaac Alonso.

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Cuaderno manuscrito de Francisco Martínez.

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