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Las comarcas bañezanas guardan un interesantísimo patrimonio inmaterial heredado de las generaciones pasadas. Entre él, una tradición destacada en muchos de los pueblos es la de "ofrecer el ramo" con su canto en alguna fecha destacada del año. Los tipos y formas, su decoración, ocasionalidad o sus denominaciones son muy variadas en los diferentes pueblos o subcomarcas, por ello merecen un estudio particular en cada caso.

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Generalmente se ofrecen a las imágenes de mayor devoción de cada pueblo, Cristos y Vírgenes en torno a los cuales se ha ido creando todo un universo de historias y leyendas. Otro de los momentos especiales del año, donde solían entonarse los ramos son las festividades navideñas, desde Nochebuena y Navidad, hasta  Año Nuevo y Reyes.

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En esta comarca, las estructuras eran muy sencillas y pobres, por lo que se recubrían con sábanas y otros paños para ocultarlas. A ellas se cosían las rosquillas, que las madres de las cantoras se encargan de realizar en los hornos caseros, frutas más exóticas como naranjas, las cintas de seda multicolores, las flores, generalmente lilas, copos de nieve, claveles y rosas, los pañuelos de tiber, el lino, etc. Más arcaicos son los ramos vegetales, de los que aún existen noticias en algunos de los pueblos. Salvo alguna excepción, los hombres, y más concretamente los quintos, eran los que se encargaban de su puja.

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Un grupo generalmente de mozas, era el que se encargaba de cantar las estrofas que acompañan a la ofrenda, normalmente en dos coros. Solían ser las mozas del pueblo, aunque también las casadas, o incluso los hombres. Las letras explicaban todas las grandezas del santo en cuestión, sus milagros más prodigiosos y su historia. También anunciaban todo el ceremonial que conllevaba entrar con el ramo en la iglesia, desde la petición de licencia para cantar, la apertura de las puertas, la toma de agua bendita, la genuflexión, la bendición final, etc. Nunca solían faltar estrofas que aludían a los soldados que se hallaban fuera del pueblo, se pedía por la paz en el mundo, el agua para obtener buenas cosechas, el perdón por las faltas cometidas, la salud para quienes lo ofrecían, etc. De escribir todo ello se encargaban las mujeres más sabias del pueblo que, además, iban de unos pueblos a otros en busca de las tonadas, las "melodías" para su canto. En otras ocasiones era el maestro o el cura del pueblo quien se encargaba de esta tarea.

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Una de las mejores descripciones de estos actos se debe a Manuel F. Fernández Núñez, que escribe en 1914  su obra Folklore bañezano, en la que dice acerca de estas ceremonias:

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"Los días que preceden á Navidad reúnense los jóvenes en casa del tamborilero del pueblo o de otra persona que goce fama de ingeniosa y atrevida.

A las seis de la tarde llegan mozos y mozas cantando coplas alusivas á la próxima festividad, con plumas, flores, ramos y olivos. En la habitación señalada para el ensayo, y en tanto las mozas tejen un ramo de singular aderezo y primorosa confección, los mozos entonan los Kyries de la misa acompañándoles tamboril y pito, instrumentos indispensables en el coro.

El día de Nochebuena llegan, á las doce de la noche, los pastores a la puerta del templo. Les preceden los aldeanos conduciendo el ramo en un carretillo de triunfo que ha de ser bendecido en la parroquia, y el que arrastran las mozas más barbianas y rumbosas. Hasta tanto las autoridades locales ordenen los grupos, colocándose en el banco de justicia, permanecen en el atrio los rondadores y mozas de ramo.

Ya en la parroquia la autoridad, el sacerdote bendice al pueblo, y con su venia cantan la copla de entrada, en cuyos versos, de exacta medida, aluden á los acontecimientos más importantes del año, lamentándose siempre de las cargas contributivas que les afligen y de las guerras y pestes que asolaron a la nación. Seguidamente, dirigiéndose hacia el altar de la Virgen, salúdanla con romances de singular originalidad, prometiéndola alabanzas para después de la misa, y felicitando la Navidad a ella y al Rey del cielo, terminan con despedidas y bailes en coplas de este estilo

Finalizada la Misa, acércanse las mozas al presbiterio con el carro triunfante, en que llevan el ramo. Con filigranas originales, poniendo todo su interés y gracia en el cantar, dirigen al sacerdote chispeantes coplas, salpicadas de ingenio y picara gracia. La justicia escucha, con el empaque propio de los aldeanos, versos de fina burla, poesías de atrevida picardía ó semblanzas hilvanadas con satíricas historias. Después de repetidos bailes é incesantes repiques de castañuelas, los rondadores abandonan el templo, recorriendo las calles en demanda de limosna para los pobres".

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También nos habla sobre los ramos patronales, de los que dice:

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" [...]con el mismo nombre designan otra fiesta que efectúan el día del Santo patrono del pueblo ó aldea. Las mozas tejen un ramo adornado de escapularios, estampas y reliquias. Después de misa ofrécenselo al párroco con coplas, bailes y danzas, diciendo que echan y cantan el ramo".

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En esta página web, surgida gracias al programa de becas Ralbar, de la Fundación Banco Sabadell y la Universidad de León, podrán encontrar el fruto de un trabajo de campo realizado en julio y agosto de 2021, las noticias obtenidas sobre los ramos en los diferentes pueblos que engloban un amplio estudio, los ayuntamientos de Quintana del Marco, Alija del Infantado, Santa Elena de Jamuz, Castrocalbón y San Esteban de Nogales, con sus respectivas pedanías. 

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Quintana del Marco (León). Procesión de Pasquilla a mediados del siglo XX con el ramo de roscas. 

Fotografía cortesía de Adelaida Chana Vilorio.

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